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Menos peso al peso: la composición corporal

  • Foto del escritor: Karen Albarrán
    Karen Albarrán
  • 15 dic 2021
  • 5 Min. de lectura

«¿Es el peso el factor clave a cuidar? Definitivamente no. Si bien es importante porque de forma genérica nos da una idea de si estamos dentro de un estándar para considerarnos o no saludables y en forma según nuestro género, edad y estatura, el peso por sí mismo no nos habla de nuestra composición corporal, es decir, de la cantidad de grasa (corporal y visceral), masa magra (o muscular), cantidad de agua y masa ósea presentes en nuestro cuerpo. Y, si no conocemos esos datos, ¿cómo pretendemos determinar cuál es la mejor estrategia personal para conseguir los objetivos de salud deseados?»

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Cuando se trata de cuidar los parámetros de estado de salud y apariencia física, concretamente corporal, solemos priorizar o incluso asumir que todo se reduce a la cuestión del peso, o más bien, la cantidad total de materia que conforma nuestro cuerpo.


Lo que comúnmente ignoramos es cómo se compone esa materia, es decir, qué tipo de tejidos predominan en nuestro cuerpo y que por lo tanto influyen de manera importante en la definición de nuestro estado de salud. Tampoco somos conscientes de que nuestros hábitos y estilo de vida pueden favorecer o perjudicar la concentración de ciertos factores clave, como son los niveles hormonales (que a su vez pueden promover o evitar la acumulación excesiva de grasa), la cantidad de agua en el cuerpo, la presencia de ciertos nutrientes e incluso la densidad de nuestra masa ósea, y que las variaciones de estos factores pueden influir directamente en la variación de nuestro peso.


Otro error común en lo que respecta al peso es asumir que una persona esbelta es, necesariamente, una persona saludable y que, por otro lado, una persona corpulenta o gordita tiene problemas de salud. Al hacer estos juicios, dejamos de lado la importancia de la composición corporal y los hábitos que en realidad definen nuestro estado de salud. Incluso podemos favorecer estilos de vida que en realidad resulten perjudiciales: en el caso de las personas esbeltas, asumir que el ejercicio físico únicamente deben realizarlo las personas con aparentes problemas de salud y que la alimentación, en cantidad y tipo, es indiferente; caso contrario para las personas corpulentas, que no pueden hacer algo para cambiar su apariencia física y estado de salud, ciclando y promoviendo vicios que sin duda van acumulando mayor afectación, en el corto y largo plazo.


En cualquiera de estos escenarios, difícilmente nos detenemos a ver si la persona tiene un déficit de masa magra y un porcentaje alto de grasa, reafirmado entonces la falsa creencia de que el esbelto es saludable, y tampoco volteamos a ver si la persona corpulenta en realidad tiene un buen nivel de musculatura y que aunque estéticamente esté fuera de parámetros de delgadez, quizá su porcentaje de grasa esté dentro de un parámetro saludable. Entonces, terminamos dejando de por medio que más bien se trata de crear niveles saludables en nuestra composición corporal y en favorecer hábitos que incidan positivamente en la salud de nuestro cuerpo: nuestras células, órganos, tejidos y sistemas, así como nuestros nutrientes y niveles hormonales, que son responsables de regular las respuestas del cuerpo ante diferentes situaciones y por consiguiente son capaces de promover o evitar enfermedades agudas o crónicas.


Otro de los factores importantes que intervienen directamente en la variación del peso es el nivel de hidratación. El agua en nuestro cuerpo juega un papel vital en prácticamente todas las funciones, incluidas la regulación de la temperatura, la transportación de nutrientes y oxígeno, las reacciones químicas del cuerpo, la digestión de los alimentos y la eliminación de deshechos, entre muchas más. Cuando nos exponemos, a voluntad o no, a condiciones que tienen como consecuencia una deshidratación, moderada o severa, si en ese momento nos sometemos a una medición específicamente del peso y lo comparamos con un dato en el que nuestro nivel de hidratación era superior, seguro (y erróneamente) estaremos asumiendo que hemos perdido peso y lo tomaremos como un cambio positivo, pero en realidad no estaremos midiendo qué nos ha hecho perder ese peso. Contrariamente, si posteriormente realizamos la misma medición, con un nivel superior de hidratación, podremos interpretar que hemos vuelto a ganar el peso perdido (lo cual es cierto) pero que ello va en contra de nuestra expectativa, lo cual posiblemente generaría frustración si estamos buscando estar en mejor forma. Por consiguiente, el nivel de agua importa muchísimo cuando hablamos de composición corporal e incluso es clave en las mediciones periódicas cuando se busca un objetivo de fitness.


Adicionalmente, la cantidad de masa ósea es otro de los factores importantes cuando se trata de composición corporal. No es novedad que los huesos nos sostienen y son parte de nuestra motricidad; conforme nuestra edad aumenta, en los huesos mantener niveles óptimos de densidad (que es la concentración de masa en una unidad de volumen) se va volviendo cada vez más crucial para evitar o retrasar enfermedades como la osteoporosis e incluso evitar fracturas por golpes o caídas. Esto es, aunque el peso de los huesos en realidad representa una pequeña parte de nuestro peso total, el mantenimiento de su fuerza, y en consecuencia, de su densidad y peso permite que podamos mantener la movilidad de nuestro cuerpo.


Entonces, ¿es el peso el factor clave a cuidar? Definitivamente no. Si bien es importante porque de forma genérica nos da una idea de si estamos dentro de un estándar para considerarnos o no saludables y en forma según nuestro género, edad y estatura, el peso por sí mismo no nos habla de nuestra composición corporal, es decir, de la cantidad de grasa (corporal y visceral), masa magra (o muscular), cantidad de agua y masa ósea presentes en nuestro cuerpo. Y, si no conocemos esos datos, ¿cómo pretendemos determinar cuál es la mejor estrategia personal para conseguir los objetivos de salud deseados? En otras palabras, ¿cuál debería ser el plan de alimentación así como de tipo y nivel de actividad física para cada individuo? No hay dos cuerpos iguales y, por lo tanto, lo que en uno puede funcionar, en otro no, o pudiera funcionar sin embargo es probable que no se llegue a la maximización de resultados.


Conscientes de la importancia de conocer a cada individuo, y de que cada uno se conozca a sí mismo desde el punto de vista de su condición de salud física, en WeeFit hemos desarrollado un proceso de medición que permite conocer el estado real de fitness de cada persona y, acorde a ello, determinar un plan de bienestar específico y en línea con sus objetivos particulares, desde crear un equilibrio estético entre la relación de masa grasa con masa magra hasta un supéravit de masa magra que, estrictamente, implicaría un IMC superior dentro de su clasificación, pero que estaría lejos de calificarse como obesidad.


Asimismo, a partir de estos datos podemos ofrecer a nuestros clientes un seguimiento puntual y real de su evolución a través del tiempo, ajustando estrategias en caso de ser necesario y permitiendo garantizar resultados que perduren y beneficien la calidad de vida.


¿Ya estás convencido de por qué el peso no es el único parámetro que pesa cuando se trata de determinar nuestro estado real de salud y fitness?

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